Hay jefes que creen estar por encima de todo y de todos. Lo saben todo y de todo. Son perfectos. Su objetivo, por encima de cualquier otro, es mantener el control sobre “sus empleados”. Hay una frase muy conocida, de autor controvertido, que dice: “las personas se apuntan a las empresas y se van de sus jefes”.
Según un estudio realizado por Juan Carlos Cubeiro y Ana Mª Castillo 4 de cada 10 jefes suelen ser “tóxicos”. Si analizamos las diferentes encuestas y estudios de las principales consultoras europeas, los defectos más comunes de los jefes tóxicos pueden agruparse en torno a dos grandes ejes:
Excepto el Líder transformador el resto son «tóxicos» en mayor o menor grado.
En el eje de las habilidades sociales el jefe «tóxico» destaca por:
- La falta de respeto en el trato diario que puede llegar a la humillación.
- La prepotencia. No delegan: nadie está a su altura.
- No escuchan; son arrogantes y no comunican bien.
- No tienen en cuenta las necesidades de sus colaboradores.
- No saben reconocer un buen trabajo. Sólo valoran los resultados económicos.
- No saben trabajar en equipo. Son cerrados de mente y con pánico al cambio.
- No defienden al equipo.
En el eje de las competencias técnicas destacan por:
- La incompetencia desde el punto de vista técnico.
- No saben fijar objetivos ni grupales ni individuales.
- No saben tomar decisiones.
Todo ello lleva a situaciones donde el equipo pierde el respeto a su jefe y con ello llega la pérdida de confianza y de compromiso. Factores ambos que son clave en la consecución de los objetivos.
Las personas suelen aguantar este modelo de liderazgo (jefatura más bien) en épocas de crisis, cuando la economía va mal, pero cuando esta repunta los mejores se van y el resto practica el presentismo. Algunas recomendaciones que pueden ayudarnos a sobrellevar la situación son:
- Cambiar a un jefe «tóxico» es imposible; son personas conflictivas en el ámbito personal y profesional. No podrás cambiar su actitud. No lo intentes, eso empeoraría aún mas la situación.
- No es algo personal. No va contigo, va con todos.
- Evita las provocaciones indirectas; no te sientas aludido ante las generalizaciones.
- Ante las provocaciones directas no respondas con el mismo estilo.
- Apóyate en tus compañeros y tus colaboradores (si los tienes). Habla con ellos. Pídeles «feed back» sobre la situación que estás viviendo y tus conductas frente a ella.
- Recuerda que la jornada laboral no es eterna, ni el ámbito laboral el único de tu vida.
- Sobre todo, busca trabajo sin dejar tu trabajo ni abandonar tus responsabilidades.
Desde el punto de vista empresarial los impactos negativos, de un jefe “tóxico», van más allá: las empresas con jefes “tóxicos” han perdido “la guerra por el talento”. Me atrevería a afirmar que todas las generaciones presentes en el mercado laboral, hoy en día, buscamos proyectos que trasciendan, formar parte de un colectivo reconocido por su buen hacer, no “un lugar donde aparcar las fotos de la familia” sino una misión que nos permita ser mejores cada día, aportar nuestras ideas y participar en la toma de decisiones, … Un jefe «tóxico» no sabe afrontar este desafío.
Particularmente me gustan los jefes que saben marcar un propósito y no se orientan solo al beneficio económico (necesario, pero no suficiente), que saben fijar objetivos y discutir sobre los medios necesarios para conseguirlos, que no tienen respuesta a todas las preguntas, sino que saben hacer las buenas preguntas. A mi me gustan los líderes transformadores.