La condición necesaria para que una organización asegure de manera sostenible su éxito es ser capaz de pensar estratégicamente. Sólo el pensamiento estratégico garantiza la supervivencia a largo plazo.
Esto significa contar, al menos, con: una definición de misión que explica de manera inequívoca a qué se dedican, una definición de visión que muestra en qué quieren convertirse y una estrategia, conjunto de planes de acción, que indica cómo lo van a conseguir (construcción de ventajas competitivas que permitan crear posiciones dominantes). Todos ellos deben ser coherentes con su cultura y sus valores. Y lo más importante, deben ser conocidos y compartidos por todos los miembros de la organización.
A partir de aquí son capaces de desarrollar, de una manera congruente, tanto el Sistema táctico como el operativo. Cuando los tres Sistemas están alineados, el éxito (consecución de los objetivos de una manera sostenible) está asegurado. Esta tarea compete al Comité de dirección.
La pregunta es: ¿por qué las organizaciones suelen olvidarse del Sistema estratégico y se centran en el táctico y operativo?
Es difícil dar una respuesta. Las posibilidades son variadas. Hemos de pensar que los problemas relacionados con el Sistema operativo, y a veces con el táctico, suelen «llamar a la puerta» de los directivos. Son problemas que surgen hoy y deben resolverse hoy. Forman parte de la gestión del día a día. La gestión del Sistema operativo es reactiva. Estos problemas impactan negativamente en los resultados e incluso pueden poner en riesgo el futuro de la organización. Son problemas que atraen la atención de los directivos (especialmente de los que aún mantienen un perfil técnico importante). Posiblemente por esta razón, algunos Comités de dirección dedican mucho tiempo a resolver (aunque a veces los complican aún más con su intervención) este tipo de problemas cuando deberían dejar que fueran los mandos intermedios e incluso los propios técnicos quienes los resuelvan.
Por el contrario los problemas relacionados con el sistema estratégico no suelen anunciarse y conducen de manera inexorable a la desaparición de la organización. Nos enfrentan a situaciones del tipo «quien se ha comido mi queso». Solo los directivos con pensamiento estratégico pueden anticiparse a su aparición. La gestión del Sistema estratégico es proactiva. Trabajar el Sistema estratégico permite que una empresa siga siendo competitiva a largo plazo.
En otras ocasiones la falta de capacidad de análisis y de síntesis del equipo directivo, la incapacidad de visualizar el futuro más allá de una mera proyección numérica, la creencia de que vivir en un entorno VUCA o el tamaño (mediano-pequeño) de la organización lo hacen innecesario provocan que el Sistema estratégico desaparezca del visor del Comité de dirección.
La falta de pensamiento estratégico y centrarse solo en generar respuestas reactivas frente a la actuación de los competidores, los clientes, la evolución de la tecnología o los cambios legislativos convierten a la organización en un barco en manos de una tormenta invisible y silenciosa.
Por último, recordar que el elemento más importante a la hora de crear ventajas competitivas sostenibles son las personas que trabajan en la organización. Su pasión, su compromiso, el uso de sus conocimientos y experiencia al servicio de la misión y la visión son únicos e inimitables.